martes, 5 de octubre de 2010

BÚCAROS EN EL CAMINO

Hace un par de días que tres búcaros inciamos la aventura de andar un tramo del Camino de Santiago. Desde Sauquillo, y después de coger las credenciales en el Obispado de Segovia y sellarlas en la Iglesia del pueblo y en el Bar Los Lobos, cargamos los "bártulos" y emprendimos marcha hasta Villafranca del Bierzo; lugar en el que hicimos noche después de avituallarnos y coger fuerzas para emprender la marcha al día siguiente. Y así, el lunes, con los bordones de Tierra de Pinares y el sol de amanecida, comenzamos la marcha. Este primer día caminamos hasta Sarria pasando por el puerto de O Cebreiro y la localidad de Triacastela. Como curiosidad hay que decir en el parte de incidencias, que cogimos un camino distinto al del resto de peregrinos y casi nos hizo perdernos, cosa que no consiguió porque andando se hace el camino y, a pesar de que sí andamos más de lo normal, llegamos a tiempo de tomar unas cervecitas y unas viandas para reponernos del esfuerzo realizado. Eso si, aunque la tecnología ha avanzado mucho, no hay nada como el apoyo del coche, que al sonido de un tono de móvil hace que uno de los caminantes oiga la señal y acuda al rescate del peregrino.
En la segunda jornada, martes 5 de octubre, a las 08:00 horas han tocado diana y estos peregrinos, raudos y veloces ponen el pie en el suelo y avanzan hasta la cafetería a desayunar y sellar las credenciales para emprender la ruta que marca como inicio de etapa Sarria y como fin Portomarín. En ella se va pasando por diferentes aldeas con encantos arquitectónicos (iglesias, horreos y fábricas que llaman por estos lares a los antiguos Conventos de monjas y novicios), costumbres lugareñas (la mujer trabajando y el hombre mirando, las vaques por las ruas...) y fauna y flora autóctona (cabras, gallinas, carballos, laureus....). Además estos caminantes colaboran en acostumbrar al resto de peregrinos en el buen hacer de los almuerzos (típicos de Castilla) y los chupitos en cada lugar habilitado para el sello de la Credencial.
En esta segunda etapa se finaliza con una acongojadora bajada que nos lleva hasta un puente que atraviesa el río Miño y cuyo final está al pie de una escalinata de 46 peldaños (47 según Fernando) que da acceso al pueblo en el que nos avituallamos y hacemos noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario